Es posible que alguna de las partes se haga notar más que las demás; Quizá estas partes están en constante actividad sin que tú seas ni siquiera consciente de ello.
A menudo algunas partes están en conflicto entre sí. Otras veces tenemos a alguna parte encerrada, pero llega el momento en que se escapan y salen y puede ser
que asustan a las demás porque llevan acciones autodestructivas o dañan las relaciones.
Lo cierto es que incluso estas partes que provocan rechazo o miedo tienen buenas intenciones. Todas las partes están ahí con alguna misión importante. Al conocer su misión, su función, al
comprenderlas la podremos aceptar y desaparecerá el rechazo que ocasiona el conflicto interno.
Tenemos toda clase de partes protectoras. Las partes pueden llevar mucho peso a sus espaldas. Podemos tener interiorizadas partes críticas, partes infantiles, partes que se sienten amenazadas y
maltratadas por esas partes violentas, causando importantes desajustes en el día a día de nuestra vida.
Estas partes dañadas se sienten quizá abandonadas, no queridas, tristes y solas y pueden sentir que no valen nada. Tenemos que ayudar, apoyar, levantar a esas partes que han sido heridas en el pasado
y que siguen estando heridas por esos recuerdos hoy en día. Afortunadamente esas partes pueden ser rescatadas y pueden quedar libres de sus cargas para siempre y poder sentir la unión y compañía del
resto de la familia interna. Conseguir eso es conseguir que estas partes que estaban disociadas se integren con las demás y puedan tomar nuevos y mejores roles más adaptativos para el buen
funcionamiento interno.
Si consigues sanar tus partes vas a descubrir que tienen una serie de cualidades cuando están presentes: calma, confianza, claridad, curiosidad, coraje, creatividad y capacidad de conectarse con las
demás.
La salud mental consiste en el buen funcionamiento de nuestras partes internas.